"He aquí los caprichos del destino: dos niñas nacidas de los mismos padres, educadas bajo el mismo techo, mimadas por los mismos abuelos, tíos y demás familia y, sin embargo, tan distintas entre sí como el día y la noche.
Juliette, la mayor, aún no ha cumplido los quince años, pero su mente se corresponde a la de una mujer madura, su figura es hermosa y sus ojos oscuros sembrados de inquietud.., si bien de inquietud no exenta de misterio.
Justine, la más joven, cuenta doce años y es una niña melancólica. Su belleza no difiere de la de su hermana, pero posee rasgos más dulces y delicados. Justine es seria y humilde, mientras que Juliette es alegre y altiva. Recelosa una, frívola la otra.... "
De mano en mano, de castillo en castillo, o de convento en convento, Justine, que predica siempre la virtud, se convierte en objeto de placer de los poderosos; son las tres clases sociales más fuertes del Antiguo Régimen: la nobleza, la burguesía de las finanzas y el clero, las que Sade saca a plaza como protagonistas de una realidad que, pese a las lentes de aumento con que el autor la contempla, no dejaba de producirse, bien oculta tras los muros de algunas fortalezas y casas de recogimiento, y bien protegida por los privilegios que aseguraban a la nobleza y a la clerecía la impunidad. Víctima del Mal, Justine sufre en carne propia las consecuencias de los instintos más ocultos del ser humano, a los que un siglo más tarde Freud bautizaría precisamente con el nombre del "divino" Marqués: "sadismo" y "sadomasoquismo", componentes enfermizos de una parte de la sensibilidad humana.
La pluma de Sade narra con delicadeza los episodios más escabrosos, haciendo así que resulten más depravados aún. Y por contra de la mayoría de la narrativa erótica, sus personajes no son planos, cada uno tiene su propia filosofía (que puedes compartir o no), que explica y argumenta a lo largo del libro. Cuesta de creer que a una sola persona le pasen tantas desgracias, resulta casi una telenovela antigua. Y el final de Justine, truncado un tanto patéticamente cuando las cosas empiezan a irle bien resulta incluso cómico.
Justine by Marquis de Sade
My rating: 3 of 5 stars
View all my reviews
Juliette o las prosperidades del vicio
«El vicio divierte y la virtud cansa», afirma Juliette, la protagonista de esta obra que el marqués de Sade publicó en 1796 (y fue inútilmente prohibida). En ella, Juliette, que ha visto el amargo final de su hermana Justine –la heroína de Justine o Los infortunios de la virtud–, se entrega sin escrúpulos al vicio y al crimen, pues los considera, entre otras cosas, medios para obtener placer.
Juliette se inicia en el exceso de la mano de la abadesa Delbène, en el convento de Panthemont, donde se desarrollan orgías en que participan clérigos, monjas y novicias en un ambiente macabro. Tras dedicarse a la prostitución, Juliette, con diecisiete años, se acerca a depravados como el libertino Noirceuil o el bello Saint-Fond, ministro de Estado. Sus aventuras la llevan a Italia, donde conoce a célebres criminales de su época, como el caníbal Minski, la princesa lesbiana Borghèse, la incestuosa Lady Clairwil o la envenenadora Durand. Los crímenes y transgresiones se suceden hasta que, como afirma Octavio Paz, «al final de su peregrinación, Juliette puede decir, como el monje budista: todo es irreal».
En esta obra, singular entre las escritas por el «Divino Marqués» debido al papel preponderante que en ella desempeñan las mujeres, y de manera destacada Juliette, el autor se inspiró en hechos reales acaecidos en su época y aprovechó para arremeter contra los que le habían arrebatado su libertad.
Juliette se inicia en el exceso de la mano de la abadesa Delbène, en el convento de Panthemont, donde se desarrollan orgías en que participan clérigos, monjas y novicias en un ambiente macabro. Tras dedicarse a la prostitución, Juliette, con diecisiete años, se acerca a depravados como el libertino Noirceuil o el bello Saint-Fond, ministro de Estado. Sus aventuras la llevan a Italia, donde conoce a célebres criminales de su época, como el caníbal Minski, la princesa lesbiana Borghèse, la incestuosa Lady Clairwil o la envenenadora Durand. Los crímenes y transgresiones se suceden hasta que, como afirma Octavio Paz, «al final de su peregrinación, Juliette puede decir, como el monje budista: todo es irreal».
En esta obra, singular entre las escritas por el «Divino Marqués» debido al papel preponderante que en ella desempeñan las mujeres, y de manera destacada Juliette, el autor se inspiró en hechos reales acaecidos en su época y aprovechó para arremeter contra los que le habían arrebatado su libertad.
La filosofia que adopta Juliette ante su destino, es el de disfrutar en lugar de sufrir.
My rating: 4 of 5 stars
View all my reviews
No hay comentarios:
Publicar un comentario